5 de junio de 2011
Cadillac 101; Capitulo 2
Sam vuelve a correr en mis sueños. Lleva alas en los pies y está a miles de kilómetros, en una casa entre las estrellas. Cuando llamo a la puerta mis manos se vuelven ceniza y mi garganta fuego. Siempre me despierto cuando la casa estalla en llamas, convirtiéndose en un sol naciente. Sus gritos se oyen dentro, pero en el sueño yo ya estoy muerto y no puedo hacer nada.
Es nuestro tercer día de viaje. A mediodía hemos parado cerca de Crescent City, en la costa, en un pequeño lugar apartado de todo. No sé como Luke consigue encontrar estos sitios de película, pero lo hace, y estamos en un pequeño claro de hierba donde da la sombra y podemos ver el mar. Sam y Lizka han corrido hacia la playa con las tiras de los bikinis al viento y levantando la arena a su paso mientras nosotros nos sentamos a jugar a las cartas. Luke esta molido de conducir tantas horas y Jimmy y yo no paramos de tomarle el pelo. Nos quedamos dormidos en las toallas hasta que las chicas nos despiertan tirando cubos de agua. Gritamos, insultamos, las risas son patentes. Sammy y yo nos presentamos voluntarios para ir a comprar comida, quizás algo para hacer barbacoa. Cogemos las chanclas y algo de dinero y nos encaminamos hacia la pequeña ciudad. Hace un buen dia, pero corre viento y agita el mar en olas embravecidas.
- ¿Os habéis metido al mar con esas olas? Eso como mínimo es bandera amarilla, Sam.
- Si hubiéramos estado en problemas os habríamos llamado.
- Pero si estábamos durmiendo.
- Por eso os hemos echado los cubos de agua. Una pequeñita venganza por no protegernos.
La miro fijamente y le aprieto la muñeca, sintiendo su pulso regular en las pequeñas venas azules que se adivinan a través de su piel canela.
- Mañana me despertaras con un masaje, me lo debes. A ser posible sin nada encima. Quizás... -me quedo callado expulsando el humo y mirándola de arriba a abajo- solo los pendientes.
Los ojos de Sam, de un verde intenso, se oscurecen y baja su voz a un tono grave y sedoso que baila hasta llegar a mis oídos. Esboza una sonrisa gatuna.
- ¿Dónde quieres que lo haga? ¿En el maletero, en los baños de alguna cafetería? No tenemos ningún sitio íntimo para nosotros. Y dudo que lo tengamos hasta San Diego.
Doy otra calada mientras mi mirada recorre el paisaje marítimo hasta toparse con el sitio perfecto. Luke no es el único que puede encontrar lugares fantásticos. No puedo evitar sonreír mientras levantó el brazo y señalo delante nuestro.
- ¿Que te parece eso?
- ¿Un faro? - Sammy pregunta incrédula. El edificio se recorta contra el mar a lo lejos.
- Vamos, ¿no querrás escribir esto en tu diario? Seguro que suena condenadamente romántico. -Sam ríe y me besa en el cuello debajo de la oreja, justo encima de mi tatuaje, como hace cada vez que sellamos un pacto.
- Tendremos que avisar a Lizka para que nos quedemos más, es ella la que conduce hoy. Podríamos quedarnos toda la noche aquí, despistarlos con alguna excusa y desaparecer.
- Puede que haya algún pub donde dejarlos para que se emborrachen.
- Buena idea, pero primero, vamos a por la comida.
En Crescent City callejeamos hasta encontrar un pequeño supermercado y compramos hamburguesas, patatas, tabaco, coca-cola, una pelota, ambientador de coche con olor a vainilla, chuches, una linterna y platos y cubiertos de plástico que antes no habíamos necesitado por comer en cafeterías y en bares. Mis pintas deben de asustar a la vendedora, porque ni siquiera mira fijamente el carnet falso cuando pasamos la botella de Jack Daniels por caja. Volvemos por el paseo marítimo: a Samantha le encanta hacer fotos al mar y a mi me encanta mirarla, como se aparta el pelo de la cara y frunce los labios antes de capturar la imagen. Cuando llegamos a la cala apartada dónde hemos aparcado no hay nadie en las toallas, el coche sigue en su sitio y en el agua no hay nadie. ¿Dónde se han metido? Decidimos empezar a hacer la hoguera para conseguir las brasas donde cocinaremos las hamburguesas, recogiendo palos que están al otro lado de la carrera y maleza seca que encontramos por el suelo. A la media hora aparecen Jimmy, Luke y Lizka caminando por el asfalto charlando animadamente. La voz de Sam abrazada a mi espalda resuena en mi caja torácica y recorre toda la espina dorsal dándome un escalofrío.
- ¿De dónde salís? -dice mientras cojo sus manos y hago que se apriete contra mí.
Jimmy, que ya huele el olor de las hamburguesas se apresura hacia nosotros.
- Adivinar que, ¡estamos invitados a una fiesta!
- ¿Qué?- respondemos los dos a la vez
- No hace falta que me deis las gracias: ha sido pan comido - dice Luke fanfarrón.
- En realidad, he sido yo la que he ligado con esos chicos.
- Hemos conocido a unos tíos que iban en furgoneta. No-sé-que-colegio hacia hoy la graduación y han montado una fiesta después en una casa gigante. La acabamos de ver, ¡es impresionante! Casi como la tuya Sam.- cuenta Jimmy mientras el aceite de la hamburguesa resbala por su barbilla. Este chico siempre se ilusiona por casi nada...
- Estaba cerca de la carretera y ha parado una furgo verde. Eran unos cuatro chicos y tres chicas, de nuestra edad, y me han invitado a la fiesta. Las chicas me miraban con mala cara, de esas de muéreteperra, pero al ver a estos dos - Lizka revuelve el pelo de Luke y Jimmy- han empezado a babear. Les hemos contado que estábamos de viaje y Duncan (el dueño de la casa) nos ha invitado ha pasarnos a las once de la noche. Vamos, ¿no?
Miro a Luke, que desde pequeño ha sido el más responsable de todos nosotros. Intercepta mi mirada y sonríe de medio lado.
- Sí, ningún problema.
- ¡Pues vamos! Pero... no tengo nada que ponerme. - Otra vez Sam y la ropa.
- Eso que llevas es mio y te quedará genial, Sammy.
- Pero es una fiesta Liz...
Al final Samantha convence a Lizka para ir esta tarde de compras a Crescen City, aunque tampoco es que tengamos mucho dinero y no podamos utilizar la tarjeta de crédito de Sam. ¿Por qué les importara tanto la ropa a las chicas si lo que nos gusta a nosotros es la ausencia de ella? En fin. Antes de que se vayan, llevo a Sam a parte para que no nos oigan.
- Entonces, esta noche... lo del faro...
Ella vuelve a darme un beso en el cuello, en nuestro tatuaje y me regala una sonrisa resplandeciente. No puedo evitar quedarme embobado en sus ojos.
- ¿Tú que crees? Ya lograremos escaparnos de alguna forma. Hasta esta noche. -me da un rápido beso en los labios- Te quiero, Donnie.
Y se va con Lizka que le espera al lado de la carretera dejándonos a los chicos solos. Cuando me siento en las toallas al lado de hoguera de la que solo quedan brasas y chispas que se elevan con el viento un paquete cae en mi regazo. Levanto la cabeza y veo que Luke me mira divertido.
- Creo que vas a necesitar uno de esos mas que yo, Duck.
- ¿Condones? - se acerca Jimmy a nosotros. La voz que pone se parece notablemente a la aguda y penetrante de nuestra directora del instituto. Al pequeñin se le da bastante bien imitar voces.- ¡Dios mio! ¿Qué haces con esa cosa portadora del diablo, joven? ¡¡Debes esperar hasta el matrimonio y solo entonces...
Le lanzo el paquete a la cara y reímos. Corremos hasta la orilla del mar, metiéndonos en el agua dispuestos a que el tiempo que queda hasta esta noche se pase rápido como el viento que arrecia las olas.
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4 :
hahahaha Como me encantan !! *___*
Es que no se que decir... Que es PERFECTO. No se me ocurre nada más pero creo que eso resume mi opinión sobre tu historia: PERFECTA.
Gracias por tus comentarios ! Te quieroo !
Tan genual como siempre Viko^^
pero a ver si subes la historia cn mas rapidez, quiero el siguiente cap ya que me digiste que lo tnias pensado, deja de estudiar que no es productivo y ponte a ello.
De nada^^ y que sepas que les he dicho a mis amigas que se pasen tmbn... Eres mi idola sabes? no he visto un blog más original que el tuyo. Y lo de los coment... pues eso, que si te animan te los seguiré dejando*
Oye tú! Es ilegal subir una historia tan buena :P Está buenísima, ya quiero ver que les pasa a los muchachos~ Una propuesta, me gustaría que describieras a los chicos (y las chicas claro). Bueno, eso sería~
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